top of page
MESTRE EIHEI DOGEN.jfif

EIHEI DŌGEN

Perteneciente a una familia aristocrática, Dōgen estudió en primer lugar el budismo tendai en su país, Japón. Como las enseñanzas que recibía no respondían a lo que él esperaba y no contestaban sus preguntas, se fue a estudiar junto a Eisai, fundador de la escuela rinzai. Las vertientes soto y rinzai componen lo que conocemos como Zen. De vuelta a su país introdujo la verdadera práctica del Zen, conocida como shikintaza (solo sentarse). A pesar de que nunca tuvo la intención de limitar sus enseñanzas en el marco de una “escuela”, se convirtió en el fundador del Zen Soto japonés.

Siempre en su búsqueda, decidió ir a China.  A su llegada, Dōgen permaneció a bordo del barco durante algún tiempo preparando su periplo. Un monje de más de setenta años de edad, quien era el cocinero en un templo en las montañas, vino a comprar zetas japonesas. Su rostro reflejaba una gran profundidad y Dōgen quedó impresionado. Como quería hablar con él, le invitó a pasar la noche en el barco. El monje le contestó que tenía que volver esa misma tarde al templo para preparar la comida.


“En un gran monasterio como el suyo, dijo Dōgen, sin duda tiene que haber otros monjes que puedan reemplazarle. Soy el tenzo, cocinero. ¿Cómo podría dejar a otros lo que yo tengo que hacer?

Venerable monje, dijo Dōgen, ¿Por qué una persona de edad como usted tendría que hacer ese trabajo tan agotador en lugar de estudiar los sutras y practicar la Vía?”

El monje se echó a reír y dijo: ¡Joven amigo llegado del extranjero, parece usted ignorar totalmente lo que significa la enseñanza y la práctica del Zen!”


Dōgen quedó impresionado por esta respuesta que provocó una revolución en su espíritu. Comprendió que la vía está aquí y ahora en la práctica de cada cosa. No hay ninguna necesidad de dar demasiada importancia a la lectura de los sutras o a las ceremonias. Zazen tiene que crear todo y ser la fuente de todas las acciones de la vida cotidiana.

Tras visitar numerosos templos, decepcionado por no haber encontrado un verdadero maestro, Dōgen  se preparaba para abandonar China cuando se encontró con otro viejo monje que le habló del Maestro Nyojo (Rújìng, en chino) quien era el patriarca decimotercero de la escuela Cáodòng, conocida como Soto en japonés. Siguiendo sus consejos, Dōgen se dirigió a ver a Nyojo. Desde los primeros momentos de su encuentro les unió una profunda intimidad. Un día, en zazen, Nyojo golpeó a un joven monje adormecido gritando: ¡Shin jin datsu raku! (Abandonar cuerpo y espíritu). Dōgen despertó súbitamente y esta frase lo acompañaría durante su vida y se encuentra dispersa en sus escritos, incluyendo en la famosa sección de su Genjokoan.

“Estudiar el Camino es estudiar el yo. Estudiar el yo es olvidar el yo. Olvidar el yo es ser iluminado por todas las cosas del universo. Estar iluminado por todas las cosas del universo es soltar las amarras del cuerpo y de la mente de uno mismo, así como las de otros. Incluso los rastros de la iluminación son eliminados, y la vida con la iluminación sin rastro continúa por siempre.”

Convertido en el sucesor de Nyojo, Dōgen volvió a Japón. Cuando quisieron saber qué es lo que había traído, Dōgen declaró:

“He vuelto con las manos vacías. Todo lo que puedo deciros es esto: los ojos horizontales y la nariz vertical. Día tras día, el sol sale por el este y el gallo canta al alba. Cada cuatro años el mes de febrero tiene veintinueve días.”

Tras su regreso, desarrolló su actividad religiosa en templos cercanos a Kyoto, reuniendo a su alrededor una comunidad de seguidores de la nueva escuela del Budismo Zen. Se retiró al templo de Kennin-ji y escribió el Fukanzazengi, Guía universal para el zazen, un texto que describe en detalle la postura física y mental del zazen y describe la práctica como:  

“La particularidad de nuestro linaje es la devoción por zazen, simplemente sentarse inmóvil en un compromiso total.”

 

En el 1230 salió de Kyoto y se fue a un monasterio abandonado, tres años más tarde fundó un templo en Uji, al sur de Kyoto. En 1243 se trasladó a Echizen, en la actual prefectura de Fukui, donde fundó en 1246 Daibutsu-ji, renombrado Eihei-ji “Templo de la paz eterna”, que se mantiene hasta la actualidad como uno de los dos templos principales de la escuela Soto. Después comenzó la redacción de los primeros capítulos de su obra monumental: el Shobogenzo, El tesoro del ojo de la verdadera Ley, la obra más importante del Soto Zen. Escrita a lo largo de más de veinte años, se compone en sus ediciones canónicas de 92 libros o fascículos. Dōgen trató en ellos una gran variedad de temas, desde indicaciones prácticas para la organización de la vida monacal, la correcta práctica del zazen, las relaciones hombre-mujer, recuerdos de su viaje a China y reflexiones filosóficas, entre las cuales destaca su concepción del tiempo, entre otros temas.


En el corazón de la variedad de Zen que enseñó Dōgen hay una serie de conceptos claves, los cuales son recalcados de forma repetida en sus escritos. Todos estos conceptos, sin embargo, están íntimamente interrelacionados unos con otros en el grado en el que todos están directamente conectados con zazen, o la meditación sentada, la cual consideraba Dōgen que es idéntica al Zen, como se expresa claramente en la primera frase del manual de enseñanza de 1243

Zazen-gi, Principios de zazen: "Estudiar el Zen... es zazen". Cuando hace referencia a zazen, Dōgen a menudo se refiere específicamente a shikantaza, traducida como "nada más que sentarse" o "sólo sentarse", que es un tipo de meditación sentada en la cual la persona se sienta "en un intenso estado de atención concentrada que está libre de pensamientos, no dirigida sobre objeto alguno, y unida a ningún contenido en particular".

Este texto fue tomado de varias fuentes incluyendo:
Bovay, Kaltenbach, De Smedt (1999): Zen. Práctica y enseñanza, historia y tradición, civilización y perspectivas.

Barcelona: Editorial Kairós.
Para más detalles sobre la vida de Dōgen Zenji puedes visitar: http://www.chinabuddhismencyclopedia.com/en/index.php?title=Dōgen 

 

bottom of page