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Centro Budista Zen Soto.PR

Precepto #9 - No albergar mala voluntad,

no dejarse llevar por la ira

Kyosho Valorie Beer

19 de agosto de 2022

 

 

Buenas noches y gracias Sandra por esa preciosa y sentida dedicatoria. Antes de tomar el precepto número nueve esta noche, quiero ver si hay alguna pregunta o comentario sobre el precepto número ocho, “Un discípulo del Buddha no es tacaño ni codicioso”, o cualquiera de los preceptos anteriores.

 

Precepto número nueve, “Un discípulo del Buddha no alberga mala voluntad, no se deja llevar por la ira.”

 

Se podría decir que éste es el precepto, más que cualquiera de los demás, que nos prepara para romper todos los demás. Si matamos o robamos o abusamos de la sexualidad o mentimos, es diez veces más probable que hagamos ese tipo de cosas cuando estamos molestos, cuando estamos enfadados. Éste proporciona el combustible para el fuego, si se quiere, para romper los otros.

 

Me gustaría llamar tu atención sobre la redacción de estos preceptos, la mala voluntad y la ira no son en realidad las palabras más importantes aquí. Las palabras más importantes son "albergar" y "dejarse llevar"; en otras palabras, aferrarse a la mala voluntad y a la ira y alimentarlas.

 

En realidad, no hay nada malo en la mala voluntad y la ira, son emociones que surgen y se desvanecen como todo lo demás, surgen y se van, como todos nuestros otros sentimientos. El problema es que los alimentamos, y queremos tener razón, y queremos ser santurrones. Los consentimos, los albergamos, los alimentamos, nos complacemos a veces en nuestra ira y en nuestra mala voluntad. Es entonces cuando empiezan los problemas, cuando nos aferramos a la ira y la alimentamos.

 

Hace aproximadamente 100 años, un poeta llamado William Blake escribió un poema que encierra muy bien esta idea, se llama El árbol venenoso. (Se leyó la versión en español del poema).

 

El resumen aquí es que cuando albergamos mala voluntad e ira y nos entregamos a ella, alguien muere. Por lo general, esa persona somos nosotros porque terminamos perjudicándonos a nosotros mismos con acciones irreflexivas, y tal vez perjudicando a los demás. Llegados a este punto, me gustaría recordar que la definición de maldad del Buddha es causar daño deliberadamente o no preocuparse por el daño causado, y éste es el resultado de albergar y consentir la ira.

 

Alguien preguntó una vez al Dalai Lama si alguna vez era apropiado expresar la ira, y su respuesta inmediata fue: "Nunca". Eso es porque la neurociencia nos dice que la ira nunca es la primera emoción; la ira está encubriendo otra cosa. (El libro de Daniel Goleman, Destructive Emotions profundiza en la neurociencia que hay detrás de la ira y de otras emociones que nos meten en problemas).

 

¿Cuál es la emoción subyacente que intentamos ocultar con la ira? Resulta que la mayoría de las veces esa emoción subyacente es el miedo o la vergüenza, y no queremos expresarlas, así que las cubrimos con la ira. Una vez mi profesor me dio un ejercicio: me dijo "Cada vez que tengas la tentación de decir estoy enfadada, di en su lugar tengo miedo". Eso cambió inmediatamente las cosas, porque para mí la emoción subyacente que intento encubrir, para no tener que expresarla y admitirla si estoy enfadada, es que tengo miedo.

 

La tarea para este mes es averiguar cuál es la emoción subyacente que está bajo tu ira.  ¿Qué es lo que típicamente intentas encubrir para no tener que mirarla? Averigua qué emoción subyacente está cubriendo tu enfado.

 

Cuando estamos enfadados, el problema es, por supuesto, que nos consume y nos distrae mucho. Tendemos a ser consumidos por la ira y cuando estamos consumidos, es muy difícil estudiarla, así que voy a darte un ejercicio corporal que me gustaría que probaras ahora mismo. Coloca una mano en la parte de tu cuerpo donde sueles sentir tu ira cuando surge. La mano que colocas en la residencia de la ira no está ahí para arreglar nada, sólo está ahí para ayudarte a notar en qué parte de tu cuerpo tiende a residir la ira. Sólo fíjate en eso. Toma la otra mano y ponla en una parte de tu cuerpo que no esté particularmente afectada por la ira.

 

El problema con la ira en particular es que nos consume.  Cuando nos enfadamos, tendemos a pensar que estamos enfadados al 100%. Por lo tanto, es muy difícil salir del coraje porque estamos totalmente consumidos. El propósito de la segunda mano es mostrarnos que en realidad no estamos completamente enfadados al 100%. La ira ha surgido, pero no nos define. Esa segunda mano, esa segunda parte del cuerpo, representa un refugio, un lugar donde podemos poner nuestro pensamiento o nuestra conciencia. Resulta que tengo la otra mano en la pierna izquierda, que podría, en cierto sentido, refugiarme en mi pierna izquierda cuando me enfado y me doy cuenta de que la ira no está ahí. Por lo tanto, no estoy totalmente enfadada, no me consume, simplemente ha surgido y cuando dejamos que surja sin agarrarla, sin definirnos demasiado por ella, entonces tenemos la oportunidad de encontrar algunas soluciones.

 

Lo que hay que recordar es que la ira surge, el asunto no es que no estemos nunca enfadados o no tener mala voluntad. La cuestión o el reto es no albergarla, no consentirla, no alimentar ese árbol venenoso. Aquí hay una pista; esa primera mano que colocaste donde reside la ira en tu cuerpo es también el lugar donde vive la emoción subyacente que la ira está tratando de encubrir tan desesperadamente.

 

Mi propio ejemplo es que aprendí que mi ira cubre el miedo, y mi miedo es que no me escuchen, que pierda mi voz, que mis preocupaciones sean ignoradas o disminuidas. Aquellos de ustedes que ponen su mano en algún lugar cerca de su pecho pueden tener un miedo a no ser escuchados. Esta es la zona de la voz justo aquí arriba; mi miedo es que no se me escuche. Me enfado para que me escuchen. Lo que realmente quiero decir cuando noto que estoy enfadada no es que estoy enfadada, eso no es realmente lo que quiero decir. Lo que quiero decir es: deja de ignorarme, por favor escúchame.

 

Encontrar el lugar en el cuerpo es muy importante porque eso nos da una pista de lo que puede estar pasando con la emoción subyacente. Durante este mes, cuando identifiques la emoción subyacente que está alimentando tu ira, presta atención al lugar del cuerpo donde residen ambas (la parte donde reside la ira y la parte donde no reside).

 

Tengo tres sugerencias para lidiar con este precepto, para lidiar con el hecho de albergar y consentir la ira. La primera es que en el momento en que notes que surge ese sentimiento de ira, notes ese lugar en tu cuerpo. En cuanto lo notes, detente. Deja de hacer lo que sea que estés haciendo y fíjate en cuan rápido puedes decir cuál es la emoción subyacente que la ira está tratando de cubrir. Por ejemplo, en mi caso, hoy en día rara vez tengo que decir que estoy enfadada. Puedo pasar inmediatamente a “tengo miedo” o a otra cosa que surja. Mira a ver si puedes parar e identificar esa emoción subyacente tan rápido como puedas.

 

Ser capaz de decir inmediatamente cuál es esa emoción subyacente, es muy liberador. Son otras emociones con las que podemos hacer algo, y con las que tenemos alguna experiencia.  En realidad, no hay nada que puedas hacer con la ira porque es una máscara. No hay nada que hacer al respecto y mis disculpas a todas las personas que dirigen programas de manejo de la ira, pero no puedes hacer nada con la ira en sí misma porque es una cubierta, y necesitas lidiar con lo que está cubriendo.

 

La segunda sugerencia, después de parar e identificar la emoción subyacente, si puedes, es moverse. Cuando la ira surge, tiende a surgir de repente y trae consigo mucha energía, y esa energía puede consumirlo todo. Mi sugerencia es que te muevas de una manera que no dañe a nadie y que no te dañe a ti, pero que permita liberar esa energía, ese exceso, que la ira tiende a provocar.

 

Cuando vivía en el monasterio, adopté la práctica de que cada vez que sentía esa ira inicial -justo cuando empieza, y puedo sentir esa energía-, en cuanto notaba que empezaba a surgir, iba a la cocina y lavaba todos los platos. Para cuando terminaba de lavar los platos, una de estas tres cosas había sucedido. La primera, que había olvidado por completo el motivo de mi malestar y ni siquiera recordaba por qué había decidido que tenía que ir a lavar los platos. Esa era la habitual, que para cuando terminaba de lavar los platos, no podía recordar por qué estaba allí. Lo más importante era que no trataba de recordar. Esa habría sido la parte de albergar y consentir, que no intenté volver atrás y averiguar qué fue lo que me llevó a la cocina. Simplemente lo dejaba pasar; pensaba que si no podía recordar, probablemente no era tan importante. Si recordaba por qué había ido al cuarto de los platos, entonces ocurría una de estas dos cosas, a veces ambas: o bien lavar los platos me daba espacio para ver una perspectiva más amplia del problema, o bien empezaban a surgir algunas soluciones, algunas soluciones no dañinas.

 

Mis dos primeras recomendaciones eran parar e identificar la emoción subyacente, y la segunda sugerencia era moverse para liberar parte de ese exceso de energía que la ira trae consigo. La tercera sugerencia es decidir dónde poner la energía, en el cuerpo, en lo que digo o en la mente. ¿Qué puedes hacer con tu discurso? Bueno, creo que lo más eficaz que puedes hacer es confesar cuál es la emoción subyacente, para poder decir tengo miedo, tengo vergüenza, estoy perdido, lo que sea; no es que esté enfadada.

 

Hace unas semanas, tuve una situación en la que creí que algo que era importante para mí había sido puesto en peligro. Y tuve una reacción bastante fuerte ante ello, y me di cuenta de que era miedo. Cuando hablé con otra persona al respecto, lo primero que le dije fue: Me doy cuenta de que estoy teniendo una fuerte reacción a esto y es porque tengo miedo. Tengo miedo por esta cosa que es importante para mí. Ser capaz de decir que tengo miedo cambia toda la conversación. La otra persona puede entonces aportar algunas ideas sobre cómo podríamos trabajar juntas para ayudarme a no tener miedo.

 

Así que sólo por un momento, ¿puedes imaginar la diferencia? ¿Si alguien viene a ti y te dice que estoy enfadado? ¿O si vienen a ti y te dicen "tengo miedo"?

 

Esa es una sugerencia de lo que podríamos hacer con nuestro discurso, identificar y mencionar la emoción. ¿Qué podríamos hacer con nuestro cuerpo? Si surge la ira o esta emoción subyacente, mi simple sugerencia es no romper cosas. Cuando nos enfadamos, tendemos a no importarnos si se rompen cosas, si la gente sale herida. Gritamos, tiramos cosas, rompemos cosas, y por eso sugería antes que nos moviéramos de una manera que permitiera que esa energía de la ira se disipara. Cualquiera que sea la emoción temerosa, vergonzosa y subyacente, y su repentina acumulación de energía, necesitamos permitir que se disipe, para no herir a alguien o a algo.

 

Como siempre, la parte más difícil de abordar en cualquiera de estos preceptos es lo que ocurre con nuestra mente. No es diferente con la ira, sobre todo porque cuando albergamos y nos dejamos llevar por la ira, es porque nos aferramos a una historia. Tendemos a enfadarnos más con aquellas personas sobre las que nuestra historia mental se ha endurecido, especialmente cuando creemos que el patrón es fijo y no cambiable. La forma de saber si tienes esa historia es si dices: "siempre...", "nunca... sacas la basura", "siempre... llegas tarde a cenar". Siempre y nunca son los compañeros de la ira.

 

¿Cuáles son las emociones subyacentes de las historias que nos hacen enfadar? Normalmente, estas historias son tan antiguas y nos consumen tanto que no podemos salir de ellas. Aquí es donde la sangha es útil porque nos sentimos seguros con la sangha, y una petición muy útil para llevar a la sangha cuando estás enfadado es: "ayúdame, necesito una perspectiva diferente".

 

De hecho, he ido a dokusan y le he dicho al profesor: "Necesito una perspectiva diferente sobre X". Es muy útil, es un poco arriesgado, y hace falta algo de valor para hacerlo porque tienes que estar dispuesto a escuchar algo distinto a tu historia arraigada que te está haciendo enfadar. Tienes que estar dispuesto a escuchar una perspectiva diferente. Confías en la gente de la sangha y por eso es muy útil pedir deliberadamente una perspectiva diferente, te puedo garantizar que no te va a gustar, porque entra en conflicto con la historia habitual que has estado albergando y consintiendo, durante cuántas décadas, pero es muy útil pedir específicamente una perspectiva más amplia o diferente.

 

Te daré un ejemplo más de una vez que fui a dokusan y pedí una perspectiva sobre una persona en particular con la que estaba teniendo terribles problemas porque era, desde mi perspectiva, infinitamente crítica, simplemente interminable. El profesor me contó una historia sobre una ocasión en la que el profesor había conocido al padre de esta persona difícil, y el padre se había mostrado completamente enfadado, simplemente exageradamente enfadado durante todo el tiempo que este profesor le había conocido e interactuado con él. Inmediatamente me di cuenta de que esta persona con la que tenía dificultades había crecido en un hogar en el que el amor se expresaba como ira, a gritos. Inmediatamente, toda mi preocupación por ella se derritió, mi corazón se ablandó por completo por alguien que creció pensando que la forma de expresar el amor era gritar y romper cosas.

 

El antídoto para albergar y consentir la ira, para vivir según este precepto, es la perspectiva. Normalmente, tenemos que ir a pedirla porque estamos tan encerrados en nuestra historia que no podemos ver o no queremos ver ninguna alternativa a la situación. Sólo queremos estar enfadados; sólo queremos estarlo. Eso es un horrible desperdicio de energía y causa mucho sufrimiento, sobre todo a nosotras. Si podemos recordar pedir perspectiva, encontrar una persona segura y pedir perspectiva sobre esto, es la mejor manera de mantener este precepto. Conseguir lo que se llama en el budismo Visión Correcta, que no significa lo correcto frente a lo incorrecto, significa una visión amplia, una visión de 360 grados de la situación. Este es el antídoto contra la ira.

 

¿Preguntas o comentarios sobre este precepto de no albergar ni consentir la ira?

 

Gloria - Al principio, nos has ayudado a identificar la zona poniendo una mano en el lugar donde sentimos la ira. Si ponemos la mano en los pulmones o en las rodillas, con los pulmones entiendo que te estás asfixiando, en las rodillas puedes decir no me puedo sostener. ¿Y en el estómago?

 

Valorie - No lo sé. No experimento mi ira allí; no quiero inventar algo. Tal vez podría preguntarle a uno de los trabajadores corporales del grupo o a alguien con alguna experiencia en esto. ¿Qué puede ser si tu ira vive en tu estómago? ¿O en tu abdomen en alguna parte?

 

Sandra - Cuando Gloria mencionó eso, pensé en el acto de recibir. ¿Cómo estamos abiertos a recibir, a aceptar lo que viene de fuera? El sustento, el apoyo, el alimento. Luisa, no sé si quieres compartir tu perspectiva.

 

Luisa - El estómago tiene que ver con las emociones del deseo o la voluntad, el empoderamiento, la aceptación, con la seguridad.

 

Valorie - Todo eso es maravilloso. Es mi ira la que cubre mi miedo, mi impotencia, mi sentimiento de falta de apoyo. ¿Ves por dónde va esto? La parte del cuerpo te está diciendo cuál es ese miedo subyacente que estás utilizando la ira para ocultar. Creo que todo eso es muy bueno. Gracias a todos.

 

Te hablaré de otra parte del cuerpo que sí conozco; si sientes que tu ira se instala en tu corazón, normalmente lo que está pasando ahí es: "Me siento solo, aislado".

 

Sandra - En la medicina china los pulmones suelen ser los receptores de la tristeza. Así que esa ira, de hecho, podría estar cubriendo una depresión o un estado de tristeza muy grave, que suele manifestarse como depresión.

 

Valorie - Gracias. Una de las cosas que noté cuando cambié mi vocabulario de "estoy enfadada" a "estoy triste", es que inevitablemente lo que ocurre en cuanto digo "estoy triste", es que me pongo a llorar.

 

Quiero mencionar un caso especial sólo para alertar sobre esto. Ponemos una mano en la parte afectada de nuestro cuerpo, la parte enfadada, y ponemos la otra mano en una parte que no esté sintiendo esa emoción en particular. Si no puedes encontrar otra parte de tu cuerpo que no esté sintiendo eso o si tu pelo es el único lugar que puedes encontrar, probablemente haya algún TEPT, Trastorno de Estrés Postraumático. En ese caso el budismo no puede ayudar con esto. Esto requiere otras intervenciones que seguro que conoces.

 

Solo debes saber que, si alguna vez estudias una emoción, esta es una forma clásica en el budismo de estudiar las emociones. Utiliza una mano en la parte del cuerpo afectada y otra en la parte del cuerpo no afectada. Si no puedes encontrar un lugar para la segunda mano, hay algún trauma subyacente más profundo que requiere un experto en trauma. El zazen y la meditación ayudan con el trauma, por supuesto, pero a veces se necesitan otras intervenciones, y el TEPT es uno de esos casos.

 

El primer paso en el manejo de la ira es darse cuenta de que uno no está enojado, sino que es otra cosa.

 

Sandra - Luisa quiere compartir una experiencia que ha tenido hoy. Fue a ver a un médico, el espacio era muy pequeño, había mucha gente y esperó mucho tiempo. Se dio cuenta de que las personas que habían llegado después de ella pasaban por delante de ella. La ira comenzó a surgir, la sintió en todo su cuerpo, particularmente en una corriente de sangre muy caliente. Empezó a respirar y después de un rato, se dio cuenta de que estaba realmente asustada, porque este lugar era muy pequeño, y había mucha gente. Respiró y pudo calmarse. Nada más pasar a la consulta, el médico se dio cuenta de que estaba muy enfadada y le hizo un comentario, y ella le dijo por qué. Pero dice que, aunque esto haya sido antes, incluso ahora siente las repercusiones de haber tenido esa experiencia.

 

Valorie - Gracias. Dijimos que es difícil, lo es, por favor continua respirando. Por favor, no albergues mala voluntad sobre el médico o la consulta, para que no te lleves esa historia la próxima vez. Pide ayuda, pregunta qué más se podría haber hecho. No conozco la situación, pero busca la perspectiva en esto. Para que esto no te enferme. Y para que la próxima vez que tengas que ir allí, no lleves el cadáver de la situación de hoy. Siento que te haya pasado eso. Lo siento. Es muy difícil.

 

Luisa saca a relucir un buen punto que es una causa común de ira, que es la injusticia, cuando se percibe injusticia. Luisa no sabe por qué todas esas personas se adelantaron a ella; tal vez estaban más enfermas, tal vez tenían citas más tempranas, tal vez su nombre era el primero por orden alfabético. ¿Quién sabe? Este es un buen lugar para pedir perspectiva, cuando nuestro botón de equidad se aprieta y pensamos que hay injusticia. Este es un buen ejemplo de un lugar para pedir perspectiva, porque si no, albergamos el resentimiento por la injusticia.

 

Sandra - He añadido unos apuntes adicionales a la traducción sobre lo que has dicho Valorie, y es que hemos tenido un gran éxodo de médicos, nos falta personal, tenemos muy pocos médicos, pero tenemos muchos enfermos, física y emocionalmente. La misma razón que nos lleva a un médico es la razón por la que van muchas otras personas, todo el mundo está tratando de encontrar alivio.  Algunos médicos están mejor organizados que otros; intentan aliviar al mayor número de personas posible en un día. Lo que vemos en las consultas médicas son las 10.000 cosas que pasan. Y debemos ser conscientes de que esa es la situación en Puerto Rico, y lo será durante algún tiempo porque muchos de los médicos que se han ido no van a volver.

 

Valorie - Por favor, sólo recuerda que nunca te enfadas, que el enfado está encubriendo otra cosa. Es inútil trabajar con la ira porque sólo estás trabajando con la máscara. Ve a trabajar en lo que hay detrás de la ira.

 

Gracias. Buenas noches.

 

 

Transcripción por Otter.ai

La versión en inglés revisada por Kyosho Valorie Beer 

Traducción realizada con la versión gratuita

del traductor www.DeepL.com/Translator

La versión en español revisada por

Sai Ho Sandra Laureano y Carmen Ada Morales

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